Reflexión  de Rosa Planelles, usuaria del Centro de San Antonio de Madrid.

“Pienso luego existo”, aunque más bien puedo decir, siento luego existo, luego estoy viva.

Deseo que estas letras puedan ser de utilidad para aquel que lo lea.

He tenido unos días algo revueltos, el año 2020 en general ha sido algo movidito, como para todos.  Como todos sabéis detrás de una tormenta siempre viene la calma, pues en mi caso así ha sido.

La calma que ahora me invade es tan interesante y ha de ser la que me da fuerzas para vivir mi vida de forma diferente, más tranquila y en paz conmigo misma, cosa muy importante. Encauzarla no es tarea fácil, pero creo que poniendo todo lo mejor de mi misma lo conseguiré, poco a poco pasito a pasito, sin prisa pero sin pausa.

He llegado a la siguiente conclusión: lo que tendríamos que hacer es ponernos las pilas y dentro de nuestras posibilidades, mirando un poco a nuestra vida, podríamos hacer algo positivo, pensar más en el otro, pues no estamos solos, aunque a veces así nos sentimos, muchos necesitan de nuestra mano. Tenemos que abrir la puerta a la vida. Debemos sentirnos útiles, pero de acuerdo siempre a nuestras limitaciones, somos mayores, como dicen algunos de la “tercera edad”.

¡Bendita tercera edad! Para mí este momento es especial, pues a la cabeza me vienen las siguientes definiciones con respecto a todas aquellas personas que he conocido a lo largo de mi vida, con esta edad, por lo que me hacen sentir orgullosa de haber llegado y de conocer a toda esa gente que se ha puesto en mi camino; podemos encontrar de todo pero yo puedo presumir de que he conocido a gente que es: luchadora, amable, buenas personas, serviciales, alegres, sinceras, sencillas, familiares, sociables y con ganas de seguir viviendo en paz y siempre pensando en los demás.

Lo cierto es que así es como tendríamos que ser para que los años que nos quedan por vivir, que espero que sean muchos, lo hagamos de la mejor manera y felices. Debemos intentar seguir para delante, positivos, asumir nuestros achaques y quererlos, dejando de lado las lamentaciones, las quejas no constructivas y dañinas para nosotros, que indirectamente también hacen daño a los demás.