Hasta los sueños se marchan… me quedo mirando mi flequillo, pensativo… en nada concreto y en todo.
Entre los dedos se escurre la vida, las manos abiertas, siempre prestas para acoger… entre los dedos mi vida.
Tanto soñé, que al sueño privé de libertad, como un fugitivo dobló la esquina y buscó otro refugio. Su caminar pesado, dejó la huella de su destino… el exilio… se ahogó su libertad.
El flequillo cubre mi mirada y la oscuridad llega a mi corazón… mi sueño se exilió.
Un vacio denso me inunda, mi férreo control encarcela mi libertad, sueño con el sueño que se marchó. En ese momento los dedos se cierran y la vida se contiene, respira, está segura… y de nuevo los dedos se abren y la vida se desliza; el sueño no tiene libertad.
Sueño… con el sueño del exilio.