La Navidad se va haciendo presente poco a poco en nuestros hogares, empieza a despertar diferentes sentimientos en cada uno: tristeza (por aquellos que no están)  alegría (los más peques y no tan peques: llegan los Reyes Magos, cantar reír recordar momentos vividos) sueños (un nuevo año comienza, una aventura nueva) bondad (todos somos un poco más caritativos con los que están a nuestro lado)angustia y prisas (qué poner de comer, que quede todo bien y que me dé tiempo a hacer todo lo que quiero). Todos y cada uno de los sentimientos que florecen hacen de esta época algo  especial.

Diciembre es un mes diferente al resto del año, puede hacer frío pero en nuestro interior hay algo que nos calienta, que nos mueve para que seamos mejores personas, por lo menos una vez al año. Es el mes que recoge todo, analizamos esos 365 días, vemos qué hemos hecho y qué no, empezamos a hacer la lista de los propósitos para el año nuevo que va a empezar.

Este año, es diferente, pues hay mucho que asimilar, son numerosas cosas que hemos vivido todos, en cierta medida, es el primer año que todos tenemos unos sentimientos parecidos:

  • Tristeza y soledad: han sido muchos meses que hemos estado solos, sin poder vernos y tocarnos, en muchos domicilios aún sigue siendo así. Nos podíamos comunicar por teléfono, por vídeo, pero el contacto físico, el hacer nuestro amado y a la vez odiado día a día, eso se vio truncado de la noche a la mañana, sin apenas tener un tiempo de preparación. Con el nuevo año hagamos que se cambien, que haya alegría y compañía, aunque la situación no varíe, hagamos que el que está a nuestro lado sienta ese calor, pongamos nuestra imaginación a volar y busquemos la forma de poder cambiarlo, tenemos en nuestras manos ese poder de hacerlo.
  • Compañerismo y bondad: con la salida a los balcones pudimos por primera vez en muchos años conocer a nuestros vecinos, les ayudamos cuando lo necesitaban, ofrecimos nuestra mano, hablamos con ellos, cantamos y en cierto modo bailamos con ellos. Lo curioso es que no era Navidad para hacerlo, pues sigamos así, no perdamos esa comunicación con ellos, sigamos extendiendo nuestra mano; probablemente en estas fechas, seguro que más de uno, necesita que le escuchen, canten o le ofrezcan un polvorón.
  • Desesperación: no podemos ver a la familia, no nos podemos abrazar y besar, tenemos que llevar las dichosas mascarillas. Hay que reconocer que España es un país donde la gente se caracteriza por ser cercanos, por abrazarnos y besarnos cada vez que nos vemos aunque nos marchemos 10 minutos nos despedimos. Ahora no podemos, pero mantengamos la calma, cultivemos la paciencia, pues todo esto pasará y nosotros nos quedaremos recordando en el próximo año, cómo hemos aguantado estoicamente, contaremos a nuestros descendientes cómo de valientes fuimos y cómo conseguimos poner buena cara al mal tiempo, entonces recordaremos el mejor y más esperado abrazo, ese que nunca se olvidará.
  • Alegría: por ese reencuentro cuando se ha podido. Hay que reconocer que nunca un negativo fue tan bien acogido. Por la superación a toda adversidad, por poder decir que estamos aquí.
  • Esperanza: juntarnos con la familia, con los amigos. poder abrazarnos, besarnos, hacer todas aquellas cosas que hemos ido poniendo en la lista de los deseos.

Hay muchos más, pensemos en ellos, analicémoslos, pero sobre todo busquemos el lado positivo de cada uno de ellos y aprendamos algo nuevo, transmitámoslo y no nos quedemos con él.

La Navidad siempre es especial, es significado de magia, de nacimiento, de esperanza y caridad. Hagamos de ella lo que es, momento de unión de estar todos a una y ser valientes, no será como soñamos ni como deseamos, pero lo bueno de ello es que hace que rompamos nuestros esquemas y nuestras costumbres para recomponernos y nos superemos a nosotros mismos, nos rehagamos, resurjamos de nuestras cenizas, pues nos guste o no, también nos estábamos acostumbrando a la comodidad y ese sentimiento que tienen los más pequeños de la casa de alegría, de sorpresa por lo que va a venir empezaba a desaparecer. Hagamos como en el cuento usemos lo aprendido de la visita de los fantasmas para hacer de esta Navidad la mejor de todas, involucrémonos y mojémonos en cuidar, atender, estar en los pies de aquel que nos necesita, aunque sea en la distancia pero que seamos capaces de llevar el Espíritu de la Navidad a cada hogar, busquemos lo bueno y dejemos de lado lo malo, pues un año comienza, con su aventura correspondiente. Sigamos la estrella que nos señala el camino.

El Niño Jesús de la foto está roto, como muchos de nosotros, pero no importa porque cuenta con apoyo, tiene valentía para vivir la gran aventura de la vida, tiene esperanza, tiene la magia de la Navidad, cuenta con cada uno para salir adelante, no está solo, al igual que nosotros que tampoco lo estamos  solo tenemos que cambiar la mirada y abrir bien los ojos para ver todo lo bueno que hay a nuestro lado.

¡Es momento para los valientes!  ¡Es Navidad, tiempo de la Esperanza! ¡Busquemos lo bueno, lo bonito de vivir!  ¡Nazcamos nuevamente!

 

Sara Quirós