¿Cuántas formas hay de vivir?

Muchas veces no nos damos cuenta de lo importante que es vivir hasta que es tarde, si algo estamos aprendiendo cada día, es que lo más importante de la vida es vivir,  es redundante pero es así, hay que vivir bien, dando cada día lo mejor de nosotros mismos, aprendiendo cosas nuevas, queriendo, sobre todo queriendo a todos los que nos encontremos, difícil, pero es así. Porque en el final lo que queda son los recuerdos, los momentos que se han vivido con las personas que se han cruzado en tu camino ¿Es sencillo? ¿Es útil? ¿Es necesario?

Vivimos momentos complicados y es ahora más que nunca cuando hay que darle la mayor importancia, esas cuatro letras: VIDA,  tienen que tener sentido, tenemos que hacer de este mundo un mundo con ganas de vivir, donde la vida sea lo más importante, que todos colaboremos en construir un lugar donde merezca la pena luchar por vivir.

En el Centro San Antonio se ve cada día, como con los gestos más sencillos se va haciendo cambios, cada persona que viene , lo hace con unas circunstancias y de una manera u otra es acogida en nuestra familia, es tratada con el respeto y el cariño que se merece, se convierte automáticamente en esa piedrecilla esencial del mosaico. Al igual que hacemos aquí pongámoslo en práctica fuera, que cada uno de nosotros seamos pilar para otros y hagamos una cadena que no se rompa que llegue a los más recónditos rincones, al final todos formaremos un gran mosaico. ¿Es fácil? No, pero cuando uno quiere que allí donde está sea un lugar especial se hace lo imposible, posible, y lo difícil, fácil, porque con un poquito de ganas, fuerza de voluntad y sobre todo con las mejores intenciones todo se puede.

Si aquí, lo podemos hacer, hagámoslo fuera, pongamos de nuestra parte, pidamos, recemos que exista la paz, que la vida, con sus más y sus menos, sea el tesoro que todos queremos encontrar, que no lo guardemos que lo compartamos con todos.

Hagamos como dice la canción de Rozalén:

“Pero, ¿sabes?
Sé bien qué es vivir
No hay tiempo para odiar a nadie
Ahora sé reír
Quizá tenía que pasar
No es justo, pero solo así se aprende a valorar

Y si me levanto y miro al cielo
Doy las gracias y mi tiempo lo dedico a quien yo quiero
Lo que no me aporte, lejos
Si alguien detiene mis pies
Aprenderé a volar

Y si miro todo como un niño
Los colores son intensos
Yo saldré de aquí
Sí, lo creo así
Cuando me miren, sabrán
Que me toca ser feliz”.

Hagamos caso, pongamos el contador a cero y comencemos a vivir a ser mejores a mirar con ojos de niños y a gritar por un mundo mejor, si en ciertos lugares podemos conseguir crear familias pongámonos las pilas para que seamos familia.

 

Sara Quirós