Hola, soy extremeña, en mi pueblo me llaman Francisca y aquí en Madrid Paquita, soy una jovencita de 80 años y vivo sola desde hace ya 55. Yo iba al  Centro de día San Antonio por la mañana y por la tarde. A las 11:00 acudo a hacer ejercicios de mantenimiento de la memoria y a las 12:00 a menear el cuerpo con la gimnasia y la zumba. Por la tarde, a las 17:00 nos dedicamos a  ensayar una pequeña obra cómica para luego representarla en el centro.

El viernes 6 de marzo me llamó Arián que lleva el club con Sara y me dijo que habían cerrado todos los clubes de mayores. Me dio mucha pena porque me lo pasaba de maravilla, pero hicieron bien en cerrar porque ya se oía que eran los mayores los que tenían más posibilidades de fallecer. Así que ese mismo día empecé la cuarentena, llevo casi dos meses y os voy a contar mis días en casa. Me levanto a las 10, me ducho y me arreglo como si fuera a la calle. Después voy a la cocina y desayuno tranquilamente, unos días tomo tostadas con miel, otros con tomate y a veces me hago churros, en fin, es una manera de pasar el tiempo. Ya desayunada, pongo la tele para oír la misa en la trece y pedir por todo lo que está pasando en España que es muy gordo. Luego me voy a la terraza con una silla y un libro a tomar el sol y disfruto de la lectura. Como dicen que el calor mata al coronavirus…  pues ahí me quedo aguantando. Después me voy a la cocina a hacer mi comida y después salgo al pasillo y ando los 100 metros lisos y hago gimnasia. Llega la hora de la novela que dura dos horas y termina como a las seis. A continuación hago unas cuentas, sopa de letras y ejercicios para la mente. Seguidamente escucho un poco la radio para oír las noticias. Después vuelven a poner en la tele más novelas seguidas.

Desde el primer momento me mentalice y pensé que merecía la pena estar en cuarentena y no en el cementerio. A esa juventud que se va a la calle y no guarda el confinamiento, que vayan pensando que la vida que les va a tocar vivir, no va a ser como la que han tenido hasta ahora.

Sara y Arián os echo mucho de menos, me acuerdo mucho de las plantas y por supuesto de todos mis compañeros.

Francisca Águila